Terrorismo yihadista y medios de comunicación: miedo y difusión del miedo

Los terroristas yihadistas, desde los vídeos de Al-Qaeda hasta ISIS/DAESH, han desarrollado un modelo mediático propio de una gran empresa de comunicación: contratan productoras, realizan vídeos guionizados que editan y a los que añaden efectos especiales, ruedan spots, tienen presencia en foros y redes sociales, hacen una cobertura de enfrentamientos y masacres, tienen equipos de grabación de alta tecnología, traducen a varios idiomas su contenido, realizan documentales… El terrorismo ha desarrollado tanto sus competencias mediáticas que dentro de organizaciones como DAESH, los altos mandos y los propagandistas gozan del mismo estatus. Pero estos grupos terroristas no serían tan poderosos si …

Los terroristas yihadistas, desde los vídeos de Al-Qaeda hasta ISIS/DAESH, han desarrollado un modelo mediático propio de una gran empresa de comunicación: contratan productoras, realizan vídeos guionizados que editan y a los que añaden efectos especiales, ruedan spots, tienen presencia en foros y redes sociales, hacen una cobertura de enfrentamientos y masacres, tienen equipos de grabación de alta tecnología, traducen a varios idiomas su contenido, realizan documentales…

El terrorismo ha desarrollado tanto sus competencias mediáticas que dentro de organizaciones como DAESH, los altos mandos y los propagandistas gozan del mismo estatus.

Pero estos grupos terroristas no serían tan poderosos si no tuvieran el seguimiento mediático de los grandes medios de comunicación que hacen de altavoz instantáneo de cada una de sus campañas del terror.

En el último vídeo que ha realizado y difundido DAESH, se puede ver a un yihadista amenazando con reconquistar Al-Andalus y avisando de futuros atentados en España.

Rápidamente los medios occidentales han publicado noticias difundiendo ese vídeo y todo su mensaje, haciéndoles la campaña de publicidad a los terroristas, gratis.

Bajo la libertad de prensa y el derecho a la información se amparan muchas veces –más de las que deberían- intereses económicos, políticos y sociales, contaminando así el buen periodismo y el derecho a la información y la democracia.

La RAE define terrorismo como: “Dominación por el terror. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror. Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos”.

¿Hasta qué punto no se podría considerar a un medio de comunicación, que es propiedad de grupos de inversión y empresas corruptas, malversadoras, evasoras fiscales, monopolísticas y delincuentes, como una banda organizada?

¿Hasta qué punto no se podría considerar su actuación como criminal al vulnerar el derecho a la información con sus publicaciones manipuladas, falaces y su censura informativa de otros contenidos de especial relevancia?

¿Hasta qué punto no se podría considerar a estos medios de comunicación como medios terroristas al crear una alarma social con fines políticos, económicos, sociales y bélicos?

El terror también es responsabilidad de los que difunden el terrorismo y crean el clima mediático-social de pánico generalizado a través del sensacionalismo.

El terrorismo mediático responde al interés de crear una atmósfera de terror, odio y miedo en la población, de desestabilizar y derrocar gobiernos, causar confrontación y dudas, provocar estados sociales de dependencia, de recortar en derechos y libertades con la excusa de una falsa seguridad, y aumentar inversiones militares que se traducen en guerras y más muerte.

Cuando el periodismo incluye el miedo en su actividad profesional, entonces el ciudadano ve limitado su derecho a la información. El periodista debe informar con libertad, sin presiones ni intereses superiores a él, sin miedo y sin difundir miedo, para no acabar convirtiéndose en un altavoz de los terroristas, en un engranaje mismo del terror.

Cumplir el derecho a la información es trascendental para la obtención de una sociedad democrática: cuanto más libres e independientes son los medios de comunicación, mejor informados están los ciudadanos y mayor calidad democrática se alcanza.

Pero un periodismo condicionado bajo el yugo del terror y del miedo, no tiene libertad para contar la verdad tras un hecho. Si un periodista obedece órdenes para satisfacer intereses particulares alejados del periodismo, y ofrece así una versión falaz de los hechos, entonces ese derecho a la información se ve vulnerado y la ciudadanía no pueden tener la información suficiente para actuar como tal, dentro de una sociedad democrática.

Se puede hacer periodismo e informar a la gente sin caer en el sensacionalismo y la manipulación psicológica, pero para ello es necesario que cada periodista y profesional de la información reflexione sobre la importancia de su labor y sobre las consecuencias de ceder ante esos intereses privados. También es necesario un debate social que cuestione el modelo mediático que tenemos.

La Universidad de Oxford concluyó en un estudio publicado en 2015 por el Instituto Reuters para el estudio del periodismo, que los medios de comunicación de España son los menos creíbles entre los once países consultados en Europa, y los segundos menos creíbles de los doce estudiados en todo el mundo. El estudio reflejaba que sólo el 34% de la ciudadanía española confiaba en la mayoría de noticias publicadas por los medios, y sólo el 46% de la ciudadanía confiaba en los medios que consulta habitualmente.

Es posible tener unos medios de comunicación que informen de manera sosegada, anteponiendo la sensibilidad al sensacionalismo y a la manipulación.

No podemos ceder el derecho de información a la perversión del periodismo; no podemos consentir que bajo la libertad de prensa queden amparadas manipulaciones y mentiras por parte de intereses que no creen en el derecho de estar informado, pero se creen con derecho a engañar, crear pánico social y ganar dinero a costa de la barbarie y del dolor y odio que difunden.

Por cierto, el yihadista que amenaza en el vídeo de ISIS, nació en Córdoba, se fue a Siria a luchar con el ultraconservadurismo wahabí. Como en el resto de los centenares de radicales que lo hicieron, nuestro gobierno, otanista y amigo de Arabia Saudí, Qatar y EEUU y sus negocios belicistas, no hizo nada por evitarlo. También hay muchos intereses detrás del terrorismo yihadista.

En cambio sí que se detuvo a los dos comunistas españoles que fueron a luchar contra ISIS junto a los kurdos. Fueron acusados de terrorismo y de poner en riesgo los intereses nacionales.

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