En la educación a los hijos ¿cómo favorecer un comportamiento adecuado? El comportamiento humano suele tener una función adaptativa. Muchas conductas las aprendemos por observación o imitación de otros, otras las aprendemos en función de las consecuencias: si genera consecuencias positivas tiende a repetirse, mientras que si la conducta produce consecuencias desagradables ésta tiende a evitarse en el futuro. Muchos padres emplean castigos para corregir la conducta de sus hijos, pero lo mejor es educar desde una disciplina positiva. Es conveniente no usarlo como la única estrategia de enseñanza.

León en la Onda con Javier Chamorro y Miguel Ángel Cueto (22 mayo 2019). Audio cortesía de Jorge Martínez.

El castigo (disminuir o extinguir conductas)

Cuando se presentaun estímulo negativo o se retira uno positivo disminuye la probabilidad de una respuesta. Se suele emplear por su eficacia inicial mucho más que otras conductas, pero se aconseja usarlo sólo en conductas muy desadaptativas, como último recurso y con moderación. Que sea inmediato a la conducta que queremos corregir y de corta duración, aunque con la máxima intensidad y con tranquilidad, recordando que se castiga la conducta, no la persona. El castigo no enseña alternativas y genera efectos emocionales: interfiere en el aprendizaje, produce sensaciones de venganza, miedo, rechazo… enseña un modelo de comportamiento agresivo. Si usa mucho suele ser ineficaz y hace que haya una desensibilización al mismo (indefensión aprendida). Conviene que vaya acompañado después del refuerzo positivo por la conducta adecuada.

Aunque los padres tengan criterios distintos sobre cómo se debe educar a los hijos, discutir esos criterios a solas. Es perjudicial la costumbre de que el padre desapruebe lo que la madre ha hecho o viceversa. Ser consecuentes es una regla de oro para la educación de los hijos. Es mejor mantener un castigo injusto y garantizar que se cumpla que saltarse el castigo del otro progenitor.

Premio y refuerzo (crear o aumentar conductas)

Cuando se presentaun estímulo positivo o se retira uno negativo aumenta la probabilidad de una respuesta. Se genera una disciplina positiva creando un clima familiar y/o escolar afectuoso, promoviendo el autocontrol ante dificultades, frustraciones, emociones… Desarrollando la autoestima mediante elogios, fomentando talentos y capacidades, la imagen corporal, valorando las opiniones. Si queremos enseñar a un niño nuevas conductas, debemos hacer que a dichas conductas les siga un refuerzo.

Para el uso del refuerzo primeramente se deben identificar cuáles son los reforzadores de valor para la persona, ya que no a todos los menores les motivan las mismas cosas. El uso será frecuente al principio procurando después evitar la saciación. También debe ser inmediato a la conducta que queremos reforzar pero siempre evitando críticas posteriores. Los refuerzos pueden ser de tipo social (elogios, atención, aprobación, sonrisas, contacto físico, mirada…) que aumentan la posibilidad de generalización, intrínsecos donde mejora la autoestima y la motivación, y, como último recurso, los de tipo material.

Diferencias entre el refuerzo (premio) y el castigo

Refuerzo Castigo
Conducta Aumenta Disminuye
Emociones Positivas Negativas
Ambiente Público Privado
Prioridad Primer recurso Último recurso
Aprendizaje Favorece Dificulta

Bibliografía:

  • Castro, J.A., Pires, J.S. (2001). Del castigo a la disciplina positiva: más allá de la violencia en la educación. Salamanca: Amarú.
  • Seligman, M.E.P. (1975). Helplessness: On Depression, Development, and Death. San Francisco: W.H. Freeman.