Río de Janeiro
DPA
Las autoridades brasileñas llamaron ayer a la calma y manifestaron plena confianza en el éxito de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, pese a los numerosos titulares en la prensa internacional sobre los problemas de la ciudad a un mes del comienzo del evento.
El alcalde, Eduardo Paes, admitió que los cerca de 600 mil extranjeros que comenzarán a llegar en los próximos días no deben esperar encontrarse «con una Londres o una Nueva York», e instó a que «Río sea comparada con Río».
Pese a reconocer los problemas, Paes defendió a capa y espada el legado que el mayor evento deportivo del planeta dejará a la capital fluminense.
«Es una óptima oportunidad para transformar la ciudad de Río», dijo el alcalde durante un acto en el que fue inaugurado el Museo de la Ciudad Olímpica, y que marca la cuenta regresiva de 30 días hasta la inauguración del evento, el próximo 5 de agosto.
El optimismo de Paes y otras autoridades presentes en la ceremonia contrasta con las malas noticias vinculadas a la ciudad que en las últimas semanas acapararon los titulares de importantes medios extranjeros.
Entre otras, generó aprehensión el estado de calamidad pública financiera que decretó la gobernación del estado de Río; las protestas de policías y bomberos que han puesto en tela de juicio la seguridad durante el evento, y el asalto a mano armada a extranjeros que se encuentran en la ciudad para participar del mismo.
Durante su minuciosa presentación, Paes mostró las transformaciones que se han sucedido en Río a partir de 2009, cuando se convirtió en la primera sede sudamericana de los Juegos Olímpicos.
La renovación de la región portuaria, en el centro de la ciudad; las obras de movilidad urbana, como túneles y viaductos, ampliación de vías públicas, e inauguración de nuevas líneas de autobuses y metro, fueron algunas de las obras destacadas por el alcalde, quien rechazó que no se hayan logrado avances desde el punto de vista ambiental.
