Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La mentira de la sociedad crítica

Ilustración de Efe Suárez
Ilustración de Efe Suárez
20minutos
Ilustración de Efe Suárez

Nos han dicho que debemos ser críticos, pero quizá se ha olvidado incidir en que la crítica sin argumentación no sirve de nada. Esta paradójica realidad se evidencia en charlas y coloquios con estudiantes. Antes de lanzar una opinión, normalmente lo primero es recalcar que no estás de acuerdo con todo lo pronunciado o que no te ha gustado todo lo visto en una proyección. La historia se repite. Una y otra vez.

Entonces, preguntas a los alumnos: ¿cuáles son los motivos de la crítica? En ese instante: silencio. En realidad, el 'no todo me ha gustado' se utiliza como escudo moral, pues hemos crecido en una sociedad en la que, a menudo, se ha asimilado que el criterio propio se sustenta en la discrepancia. Antes de verbalizar lo bueno que has disfrutado, mejor subrayar primero que no todo te cautivó y, así, marcas una área de falsa seguridad.

Estamos hechos para juzgar. Desde que nacemos hemos crecido en una sociedad que juzga todo el rato. Lo tenemos incrustado en la cabeza. Más aún con el auge de la tele-realidad, las redes sociales y viceversa, donde cada paso se comenta. Todo se ha transformado en un debate efervescentemente simplificado en el que la opinión se ha devaluado. Ha mermado la perspectiva que otorga el matiz, ha ganado terreno la intensidad del veredicto instantáneo. Pero no, no todo es debatible. Los derechos humanos no son debatibles. Aunque nos quieran hacer creer que sí.

Mostrar que estás de acuerdo no da 'likes', la pataleta sí."

La sociedad no es crítica cuando termina confundiendo razonamiento con 'zasca'.  El orgullo está por encima de los ideales. El criterio se asocia a vocerío. Y el marketing de la política saca rédito a esta situación con mensajes tan huecos como efectistas. Cañas o comunismo. Falsas polémicas que aúpan la imagen de líderes políticos gracias a que dedicamos más tiempo a la irritación que a relativizar el absurdo.

Mostrar que estás de acuerdo no da 'likes', la pataleta sí. Como consecuencia, el eterno choque de tertulia en el que vivimos nos pone a correr en una rueda de hamster de laboratorio. Quizá es el momento de divulgar más la empatía, esa que intenta comprender antes que enjuiciar. Rebajemos los debates, aportemos ideas. O, de lo contrario, nos quedaremos perdidos en un infinito laberinto de exaltaciones que nos impidan descubrir y disfrutar lo maravilloso porque siempre, al final, nos quedamos en la necesidad de sentirnos más superiores al resto priorizando un vacío "no todo me ha gustado'".  Porque nos han dicho que tenemos que ser críticos. Pero lo hemos entendido al revés. 

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