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Vanessa Ramírez, su pasión por la danza folklórica mexicana

Para Vanessa Ramírez lo importante es transmitir la cultura, costumbres y folklore mexicano, sin perder su gusto y pasión por la danza.

Vanessa Ramírez, maestra y fundadora del Ballet Folklórico Quetzalli.

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Desde que Vanessa Ramírez escuchó la música de mariachi por primera vez cuando tenía 7 años, su corazón comenzó a latir de una manera que jamás pensó. Siguió el sonido hasta llegar a un grupo de ballet folklórico en un viejo gimnasio. Lo que descubrió ahí le cambiaría la vida.

Hoy a sus 42 años, Ramirez, es una de las mejores maestras de ballet folklorico en Arizona. Su pasión por el baile ha dejado frutos en los cientos de niños y adultos que han desfilado en su academia a lo largo de su carrera.

Nació en Nogales, Sonora. Su padre, Raúl Ramírez de Mexicali, Baja California, y su madre Dora Ramírez, de Nogales, se mudaron a California buscando el sueño americano para su familia. 

“Mi papá es chef de cocina, así que los sábados mi mamá me llevaba al parque a jugar, pero en ese tramo de la casa al parque pasábamos a ver a mi papá. En una de esas ocasiones que estaba ahí escuché una música. Yo no sabía que era música de mariachi, mucho menos que era el folklore mexicano, pero sigo escuchando y salgo corriendo hacia atrás buscándola y encuentro un grupo de folklore del maestro Daniel Macías y me encantó y ahí fue donde comenzó todo", relató Ramírez a La Voz.

Tras ver a su mamá y a Ramírez varios días observando los ensayos, el maestro se acercó y les preguntó por qué estaban ahí. Aunque era un ballet de adultos, éste accedió a dejarla participar e integrarse al grupo, a pesar de ser solo una niña de primaria. Así comenzó todo. 

Justo cuando iba a entrar a la preparatoria sus padres decidieron mudarse a Tucson.

“Yo super triste porque dije ‘allá en Arizona no bailan lo que yo bailo’ y le decía a mi mama ‘allá no va a haber, no me lleves’. Y gracias a Dios encontré un grupo excelente. Encontré a la maestra Julie Gallego del Ballet Folklórico San Juan y Viva Arizona", señaló Ramírez. "Me integré con ellos y fue lo mejor que me pudo pasar porque ha sido una persona que me ha inspirado mucho, me ha motivado, apoyado y hasta la fecha hemos ido a conferencias y hemos colaborado juntas, así es como encontré el folklore en Arizona”.

Cómo inicia el Ballet Folklórico Quetzalli

Ensayo del Ballet Folklórico Quetzalli.

Al terminar sus estudios de high school, estudió un año de colegio en Tucson, pero su sueño era estudiar la universidad en Phoenix. Así que tomó un par de maletas y salió de su casa a cumplir su sueño.

A los pocos años de llegar, la Ciudad de Chandler la contactó porque buscaban integrar programas culturales en el centro comunitario, pero con su carrera y una hija no disponía de mucho tiempo. Terminaron por convencerla de hacer un curso de verano de 4 semanas, una vez por semana. Luego se quedó para el segundo término y así terminó el verano.

‘El grupo creció mucho. Entonces me llaman y me dicen ‘tenemos una lista de espera de 20 niños en el próximo semestre, ¿quieres quedarte?’ y dije 'bueno, vamos a hacerlo'. Inicié con cinco chiquititas y de ahí fue creciendo. Daba una clase por semana luego fueron dos, luego tres, luego cuatro y crecimos tanto que ya decidí abrir mi propio estudio. Así fue como comenzó el Ballet Folklórico Quetzalli”, recordó Ramírez.

Ballet Folklórico Quetzalli se registró y fundó en junio de 2008. Empezó con cinco participantes y de ahí creció rápidamente a 40 y continúo subiendo. Antes de la pandemia tenía 120 estudiantes. 

Al poco tiempo de iniciar con el ballet, Ramírez comenzó a averiguar cómo podría hacerlo una organización sin fines de lucro para así poder ayudar a las familias, niños y a la organización, cosa que a base de esfuerzo y dedicación logró.

“El beneficio de ser una organización no lucrativa es que de pronto diferentes fundaciones, por ejemplo, de arte, de teatro, culturales o educación ofrecen apoyos económicos. Durante la pandemia nos dieron un grant bastante grande que gracias a eso pudimos continuar y abrir este local más grande para continuar con las clases y tener ese distanciamiento que se necesitaba”, dijo.

Gracias a las contribuciones, los beneficios le ayudan a la organización de poder traer diferentes maestros de México para enseñar a los niños y a ella auténticamente lo que es el folklore mexicano, además de otorgarles apoyo económico a las familias que no puedan pagar la mensualidad.

El Ballet Quetzalli es para cualquiera que tenga el gusto y la pasión por la danza y música sin importar la edad o experiencia, dijo.

“Aquí hay estudiantes desde los 2 años hasta adultos. El requisito es que quieran aprender, que quieran bailar y que quieran divertirse. Nos ejercitamos y también hay mucha disciplina y creo que muchos de los padres de familia es lo que les gusta porque vienen aquí con uniforme, todas peinaditas, puntuales, y les ayudo para que ellos aprendan a ser responsables de sí mismos, de sus vestuarios, de llegar a tiempo”, puntualizó Ramírez.

Además de ser la maestra, fundadora y llevar toda la logística de la organización, Ramírez forma parte de la Asociación Nacional de Maestros de Danza Popular Mexicana, donde participa en congresos dos veces al año. Viaja a diferentes estados de México donde aprende más de cerca sobre las costumbres mexicanas. 

“Estudiamos el baile del estado donde se hace el congreso, visitamos museo y a los pueblos ancestrales para realmente vivir la fiesta y aprender los investigadores del folklore o de las mismas personas indígenas que viven ahí. Podemos ver sus fiestas y como celebran esto para ya nosotros montar eso en escena. 

En Estados Unidos son muy pocos los que forman parte de esta asociación. “Somos algunos de Texas, California y yo de Arizona”, agrega.

Su legado

Vanessa Ramírez, de Ballet Folklórico Quetzalli.

Algo de lo que se siente muy orgullosa Ramírez es la gran familia que ha logrado en su academia, además de que su única hija Giselle Ramírez Cartagena, de 20 años, siga sus pasos.

“Cuando mi hija estaba chiquita comenzó jugando soccer, ballet, tap y todo eso, y cuando ella miró una presentación de folklore, yo no le había dicho que bailaba, me dijo ‘mami yo quiero bailar eso’ y yo super emocionada. La llevé a un grupo comunitario en Scottsdale. Un día nos estábamos mudando de casa y saco todo mi vestuario que guardaba en un closet y me dice ‘¿mami qué es todo esto?’ entonces le dije ‘lo que tu bailas, yo también lo bailo’ y ella super emocionada. ‘¿Cómo que tu bailas esto y no me habías dicho?’ Yo no quería que se sintiera presionada de porque yo soy bailarina ella también tenía que hacerlo”, recordó muy emocionada.

Para Ramírez ha sido muy bonito compartir con ella esta experiencia y más cuando comparten el escenario juntas. “Es muy bonito voltear y ver en el escenario a mi hija”, dice.

Para Giselle, estudiante de la Universidad de Arizona en Tempe, bailar le da felicidad, además de ejercitarse. 

“Con eso tengo salud física y mental. Cuando vengo al ensayo me relajo. Para mí la danza es algo fácil, que no necesito pensar mucho porque puedo escuchar la música, agarrar mi falda y al comenzar a bailar todo es más fácil para mí”, asegura. 

Para Sergio Alexis Soto Martínez, de 20 años y con solo un año y medio bailando, la danza tiene su propio encanto. 

Oriundo de Chihuahua, Chihuahua. Soto Martínez comenzó a bailar motivado por sus mejores amigos, quienes ya tienen varios años practicándolo. Con su preparatoria de México participaron en concursos donde quedaron campeones regionales, estatales y en noveno lugar a nivel nacional. 

“Lo que me gusta de Quetzalli son las instalaciones. Como tienen cuidada la duela, los espejos, que la maestra traiga tantos profesores para que nos enseñen cosas nuevas. La practicidad con la que nos enseñan la paciencia de la maestra, su manera de enseñar, los compañeros que apoyan a los nuevos, eso tipo de cosas son las que me hacen que me quede aquí en Quetzalli", dijo Soto Martínez.

Tanto Giselle como Soto Martínez mandan un claro mensaje a las personas que quieran incursionar en el baile folklórico: Si quieren hacerlo, háganlo, no se dejen llevar por comentarios malintencionados porque la danza es algo muy especial y no todas las personas pueden hacerlo.

Aunque pudiera pensarse que son solo los mexicanos los interesados en la danza folklórica, la verdad no es así.

“Tengo de todo, de pronto muchos americanos que participan aquí, mexicoamericanos, mexicanos, tengo una niña que es de Etiopia y baila preciosísimo. Principiantes, con o sin experiencia aquí es para que vengas a aprender de la cultura mexicana, folklore, costumbres, pero también aprendes mucho de ti mismo y es algo saludable, realmente somos una familia”, agregó Ramírez.

Bailando con los grandes

Vanessa Ramírez (der), de Ballet Folklórico Quetzalli, junto a la cantante Aída Cuevas.

El Ballet Folklórico Quetzalli ha tenido el honor de participar con algunos de los mariachis más grandes del mundo, como lo son El Mariachi Vargas, El Mariachi Sol de México, Mariachi Los Camperos, Mariachi Nuevo Tecatitlán, la cantante Sandra Guevara, además de los mariachis locales como Sonido de México y El Mariachi Tesoro de Tucson, así como Colibrí de Susy García de Los Ángeles. 

“Hemos participado con todos ellos y no se diga de Lila Downs que nos invito a hacer el tour de ‘Al Chile’ de cuando vino para acá. Nos habló y nos pusimos a armar todo el repertorio. Lo armamos en una semana y ella quedó super fascinadísima y ese fue el concierto que fue aquí en el Scottsdale Musical Instrument Museum. Así que ha sido muy bonito la trayectoria que tenemos”, dijo Ramírez. 

En 2019 participaron con Aída Cuevas. Han participado en el Congreso de la Asociación Nacional de Músicos Folklóricos de EEUU que se han realizado en diferentes estados. También han formado parte de conciertos de mariachi en Las Vegas.

Festival del Mariachi en Chandler

Vanessa Ramírez, de Ballet Folklórico Quetzalli.

Cada año, a principios de octubre, se realiza el Festival de Mariachi en el Chandler Center of the Arts, donde Ballet Quetzalli participa. En algunas ocasiones acompañados por otros grupos locales.

“Aquí en Chandler dirijo un concierto de mariachi. Es un concierto que se hace en la Ciudad de Chandler con C.A.L.L.E (Cultura, Arte, Legado, Liderazgo y Educación) de Arizona y por medio de esa organización hacemos talleres de música, mariachi para jovencitos y talleres de folklore.

C.A.L.L.E de Arizona comenzó en 1997 como Chandler Coalition for Civilian Human Rights. La organización fue fundada por José García y Eddie Encinas, dos líderes comunitarios de la Ciudad de Chandler y su meta siempre fue poner en alto la cultura mexicana en esta ciudad primordialmente.

En esos años el departamento de policía de Chandler realizaba redadas, entonces García y Encinas hicieron la fundación para demandar al departamento por lo que estaban haciendo y consideraban inhumano… y ganaron.

Con el triunfo iniciaron un festival de Cinco de Mayo en el parque, después lo mudaron al teatro con el propósito de demostrarle a toda la comunidad la cultura de los mexicanos y que son personas honradas, trabajadoras, de familia, con educación. Las ganancias recaudadas eran donadas en forma becas estudiantiles.

Invitan a Ramírez a para que impartiera un taller de folklore y le gustó el objetivo y trabajo de la organización. Cuanto terminó de darle el taller invitaron a sus estudiantes, niñas de 7 y 8 años a participar en el teatro y para ellas fue una experiencia muy bonita. 

“Me invitan a integrarme a la mesa directiva y ya ahí empecé a darles mis ideas y darle este crecimiento a este concierto para que dejara de ser algo chiquito y comunitario, que no tiene nada de malo, pero si es con el propósito de recaudar fondos para becas hay que hacerlo mas grande y fue cuando comencé a trabajar a traer grandes mariachis porque yo tenía amistad con ellos”, señaló.

Cuando fallecen los fundadores de esta organización se queda con el compromiso de realizar el festival y el concierto de mariachi ella sola. Lo logra y lo hace como un homenaje a estos dos granes hombres en su vida.

"Su esposa me cita un día y me entrega todos los papeles legales de la fundación y me dice ‘toma es para ti’ y me dice ‘yo sé que Joe hubiera querido que te quedaras con esto porque lo haces con mucho corazón’”, recordó con lágrimas en los ojos.

“Yo me enfoco mucho en los niños y le digo ‘¿cómo voy a hacer esto?’ y me contactan las personas de la ciudad en ese momento y las personas del teatro y me dicen ‘esto tiene que seguir, es una tradición en Chandler y no se puede morir’ y gracias a Dios Michelle MacLennan, de Chandler of the Arts, me empezó a apoyar muchísimo. Ellos fallecieron en el 2013 y desde ese entonces lo he hecho yo sola y con el apoyo del teatro y ha sido muy bonito”, agregó. 

Al quedarse ella con la organización decide cambiarle el nombre a C.A.L.L.E para darle un toque más positivo, además de convertirla en ‘non profit’.

“De pronto el tener ese Civilian Human Rights le daba un toque medio negativo, y dije esto es algo positivo, es para la comunidad, para los jovencitos, de una manera para sacarlos de la calle, pero de la calle somos, de la comunidad somos, por eso le puse C.A.L.L.E. y sigue con el mismo objetivo”, puntualizó.

Por tres años ha hecho otro festival llamado “Nuestras Voces” donde les da la oportunidad a grupos comunitarios o escuelas de mariachi de jóvenes de estar en el escenario y de compartir lo que ellos hacen.

Para Vanessa Ramírez lo importante es transmitir la cultura, costumbres y folklore mexicano. Además de ayudar a la comunidad y poner ‘su granito de arena’ en la sociedad, eso sí, sin perder su gusto y pasión por la danza.

Esta historia es parte de la serie Rostros de Arizona. Durante años, las personas de las diversas comunidades de Arizona han dicho que no se ven reflejados en el periódico de La Voz/The Arizona Republic, que quieren ver más buenas noticias sobre su gente. Estos perfiles son un paso en esa dirección. ¿Tiene comentarios o ideas sobre a quién deberíamos cubrir?Envíelos al editor Javier Arce en español a javier.arce@lavozarizona.com.