El cacto cholla posee una estructura leñosa interna de círculos y diagonales: una trama porosa, un tejido, las variaciones singulares de cuyo crecimiento no ocultan la forma constante. Lo geométrico está en su genética. El cacto cholla hace las paces entre lo orgánico y lo matemático: pone fin a la guerra entre abstracción y figuración que tanta pintura y tinta derramó en el siglo veinte. Demuestra que todo es uno. Da una nueva vuelta de tuerca al modernismo, le da oxígeno.

Una impresión fotográfica de la textura del esqueleto del cacto cholla insiste en los collages serigráficos que la artista rosarina María Suardi pega a sus esculturas de poliedros. Se divisa en el fondo de sus grabados como sutil cielo nuboso tras una línea de horizonte urbano hecha de variaciones del cuadrado. Es su wallpaper, la huella documental de lo vivo ("print", en inglés, significa estampa y huella) en composiciones bi y tridimensionales que evocan la arquitectura como abstracción concreta, en sus ideas formales que sugieren paisajes. Todas son geométricas pero, como advierte Norbert Lynton en un texto de sala, no están prohibidas en ellas las asociaciones sensoriales.

Desde el 2 de junio y hasta el 29 del mes próximo puede verse, en la planta alta del Espacio Cultural Universitario (San Martín 750) Geométrica‑mente, magnífica exposición individual que con curaduría y textos del pintor y montajista Rodolfo Perassi reúne obra gráfica, pintura y objetos escultóricos de María Suardi. El recorrido enfatiza las continuidades entre las tres disciplinas. Excepto por la inclusión de un par de piezas de entre las 70 de su retrospectiva de 2012 en el Museo Castagnino, o de envíos a Austria, a España y Buenos Aires, o de grabados que integraron una muestra en el CEC, son obras inéditas.

Una sólida trayectoria de 45 años en pintura y serigrafía, con reconocimiento nacional e internacional, ha forjado en María Suardi un oficio que se traduce en la excelencia de su calidad gráfica y plástica, sin saltos bruscos ni reiteraciones vanas: su obra, autónoma, fluye según su propia evolución. Sus composiciones, como las musicales, resuelven creativa e intuitivamente problemas racionales.

El recorrido se abre con una pintura de 2011 y con seis obras recientes (cuatro pinturas y dos serigrafías derivadas de ellas): la serie Homenaje a Manuel Espinosa. Suardi conoció en Buenos Aires, ya viejo y ciego, a este artista geométrico que vivió 95 años y que fue uno de los fundadores de la Asociación Arte Concreto‑Invención. Las pinturas incluyen la experimentación con materiales. El montaje permite apreciar toda la serie de un solo vistazo como un hermoso contrapunto de azules y naranjas. Luego predomina la obra gráfica, empezando por estampas multicolores que inician búsquedas formales nuevas (como los Entrelazamientos) o retoman las de otros períodos.

En Renacimiento Urbinate (2016), Suardi combina el gofrado con un plano central cuyos pasajes en tinta color abarcan todo el espectro cromático, reelaborando lo creado en Urbino, donde hizo una residencia de artista en 1979. En su retrospectiva del Centro Cultural Parque de España en 1998 se vio una obra realizada allí: Ricerca Urbino (1979). María trajo y sigue consultando un manual de morfología editado por entonces en Bolonia por Bruno Munari, su libro de cabecera en Italia. Ya se le terminaron, dice, los papeles nepaleses que compró en Londres para estampar sus grabados. Cada viaje parece centrado, con la misma precisión de sus bordes netos entre planos de tinta, en la búsqueda de materiales nobles, soportes sensibles e imágenes nuevas para su obra.

En las fotos de una maqueta de obras arquitectónicas de Chicago que ella vio allí en el Instituto de Tecnología de Illinois (proyecto de Mies van der Rohe que puede apreciarse en una vista aérea de la película Source Code) se basó Suardi para una serie tridimensional titulada, justamente, Chicago. Son construcciones escultóricas que pueden rodearse, recorrerse en 360 grados, y que evocan diversos períodos en la arquitectura de esa ciudad, desde sus ornamentos escalonados estilo art déco a sus elegantes rascacielos posmodernos.

Nacida en 1937, activa en nuevos proyectos, María Suardi estudió arte con Pedro Giacaglia, Estanislao Mijalichen, Eduardo Serón, Miguel Ángel Vidal, Ary Brizzi y en la Escuela Ernesto De la Cárcova y en la Slade School de Londres. En una vidriera de Bond Street descubrió la serigrafía, técnica de la cual ella y Pedro Sinópoli son los únicos cultores artísticos en Rosario. El lenguaje artístico de María Suardi, más que definirse como abstracto, puede ubicarse en el arte concreto: no representa lo ausente sino que presenta formas sensibles e ideas formales, en una obra continua que genera siempre nuevas posibilidades.