Matar a Dios - Análisis

Extravagante y curiosa propuesta de cine español, con el humor negro por bandera

Dentro del panorama del cine español aún no está todo dicho. Más allá de grandes superproducciones avaladas por elencos muy notables y famosos y grandes cadenas privadas de televisión (Mediaset y Atresmedia), queda también sitio para propuestas dinámicas y curiosas. Al menos, diferentes.

Es el caso de Matar a Dios, una película filmada a cuatro manos por Albert Pinto y Caye Casas en solo 21 días de rodaje y con el fenómeno del boca a boca tras su paso por festivales como único aval. Ganadora del exigente público de Sitges el año pasado, la película, de tono negro y sangriento, es un mejunje de ideas a descubrir: infidelidades e hipocresías familiares, muerte, religión, existencias divinas y falta de fe en la Humanidad.

¿Qué harías tú si Dios se presentara ante ti y te permite salvar a dos únicas personas de la Humanidad ante una catástrofe? Planteamiento ingenioso y directo. Para explotarlo, se usa a un reparto competente aunque no se vea a simple vista a ninguna estrella comercial. Eso la hace incluso especial. Por supuesto, hay nombres consistentes pero no muy reconocidos por la mayoría a pesar de su talento (destacando los fiables e icónicos Itziar Castro y Emilio Gavira). Junto a ellos, David Pareja, Boris Ruiz y Eduardo Antuña. Los cinco son los protagonistas de un drama coral con tintes de comedia en la línea del más salvaje film de Álex de la Iglesia y los tonos fotográficos de la dupla francesa Jean-Pierre Jeunet y Marc Caro.

Una breve introducción en un bosque nos pone en situación de lo macabro y negro que será todo el contexto de lo que marque lo que va a aparecer en pantalla a lo largo de los siguientes 90 minutos. Luego ya se pasará a un film rodado casi al completo en interiores.

Basándose en las limitaciones propias de una pequeña producción de este calibre, sus autores se han tenido que esforzar en la creación de un guión bastante bien cerrado, con diálogos donde los cinco personajes clave se van soltando golpes bajos e indirectas. Un formato muy teatral potenciando las virtudes de los intérpretes y las situaciones que se suceden en el 90% de metraje en el interior de lúgubre caserón semiabandonado.

La historia cuenta cómo un matrimonio con serios problemas de confianza mutua (Itziar Castro y Eduardo Antuña) recibe en la cena de Nochevieja, en un viejo caserón alquilado y misterioso, al padre y al hermano del marido. Tras varios problemas latentes y algunas rencillas del pasado que los unen pero a la vez los separan, aparecerá en medio de la noche un pequeño hombre diminuto y barbudo (Emilio Gavira) que dice ser Dios. Él les contará que el fin del mundo se acerca y que toca decidir qué únicas dos personas pueden ser salvadas por él ante esta futura masacre.

La película tiene tres partes, casi como si fuera una obra real de teatro. La segunda, desde la llegada del pequeño Emilio Gavira a la casa, aumentará la intensidad y fuerza de las situaciones. Estamos, pues, ante un grupo coral, reunido en un lugar reducido. Por eso los directores Pinto y Caye (que llevan una década trabajando juntos en cortometrajes como Nada S.A o RIP, del mismo tono temático oscuro) tratan de potenciar las situaciones con imaginación y cierta ironía, sin olvidarse de que la sangre en ciertos momentos puede ayudar a levantar el gancho que mantiene ávido al espectador.

Matar a Dios no es una cinta gore (mas tiene algo de gore) no es una cinta de humor tradicional (pero tiene muchos diálogos de comedia negra) y tampoco se puede catalogar como algo de corte puramente fantástico (a pesar de incluir destellos muy brillantes del género). Sin embargo, tiene partes profundas de los tres puntos mencionados.

Estamos ante una cinta costumbrista oscura, muy similar a las firmadas por Álex de la Iglesia pero tamizadas con la fotografía de los creadores franceses antes citados de Delicatessen (la dupla Jeunet / Caro). Al que disfrute con el perfil de estos cineastas, no puede dudar en acercarse a esta Matar a Dios. No se arrepentirá de descubrir su locura inmersiva.

Pros

  • Su ambientación y la optimización de sus limitados recursos.
  • Ver a Emilio Gavira en plena forma.
  • El buen uso de la Sarabande de Haendel, ya vista en Barry Lyndon.

Contras

  • Limitaciones técnicas de ubicación y ciertos usos de cámara (por presupuesto).
  • No apta para todos los públicos.

El veredicto

Pinto y Caye debutan en la dirección con una cinta de comedia negra que, por lo menos, se sale bastante de lo habitual que se ve en el cine español reciente. De producción ajustada, se rodó en 3 semanas con 5 actores muy competentes.

En este artículo

Matar a Dios

21 de septiembre de 2018

Crítica de Matar a Dios

6.9
O.K.
Un claro ejemplo de que las buenas ideas que se salgan de lo habitual pueden dar su fruto. Con un buen y escogido casting, Matar a Dios es original, divertida y macabra ¡y pasa volando!
Matar a Dios
Comentarios