El vandalismo urbano como fenómeno emergente en las ciudades gallegas
Estos son algunos ejemplos de los destrozos más significativos cometidos contra el patrimonio y el mobiliario urbano en Galicia
Cada año se invierten en Galicia cientos de miles de euros en reparar lo que los vándalos destrozan, especialmente cuando con sus actos causan daños en piezas del patrimonio histórico o en obras de arte urbanas, en un fenómeno que está en auge en las ciudades gallegas. Sin ir más lejos, esta misma semana la emblemática escultura de la Fonte dos Nenos de Pontevedra amanecía con importantes daños y, en la jornada de ayer, el Concello de Vigo revelaba la cuantía a la que ascendían los destrozos ocasionados en la obra de Buciños, instalada en Vía Norte y que fue víctima de vandalismo por parte de unos jóvenes en una despedida de soltero.
El ataque a la escultura de "A familia" ha sido el último episodio que ha tenido lugar en Vigo contra el mobiliario urbano que se ha registrado en la ciudad olívica. El conjunto escultórico situado en el cruce entre las calles Urzáiz y Vía Norte, en Vigo, aparecía a finales de abril destrozada. Dos turistas de Portugal fueron detenidos por la Policía Local como autores de los hechos en el marco de una despedida de soltero, momento en el que arrancaron parte de una de las figuras del conjunto. En la actualidad, afrontan el pago de 13.000 euros por el estropicio.
Ataque a esculturas y murales
Desgraciadamente, en la ciudad olívica es frecuente que se sucedan episodios similares al acontecido contra el conjunto escultórico de Buciños, que incluso han llevado a la Administración local a tener que retirar de forma definitiva algún elemento, como la icónica figura del histórico repartidor de periódicos Manuel Castro, que situada a la entrada de la calle Príncipe era constante víctima de ataques.
Otra de las figuras que también ha sido víctima del vandalismo en la ciudad es la escultura dedicada a Julio Verne, con la que se cebaron pintándola completamente con dibujos obscenos. El cuerpo del escritor de "20.000 leguas de viaje submarino" amanecía a finales de noviembre de 2021 en As Avenidas lleno de marcas de color rojo en sus piernas, cuerpo y cara. Mese antes, el Puerto había destinado unos 10.000 euros para limpiarla de otro ataque anterior.
Incluso grandes monumentos como el emblemático conjunto de Juan José Oliveira situado en la Praza de España llegó a ser víctima de pintadas en 2011, cuando apareció impregnada de pintura blanca, una acción que fue justificada por sus autores como una protesta contra la crisis económica que se vivía en aquel momento.
Desde hace años, Vigo se encuentra inmersa en la creación de un museo al aire libre gracias a la puesta en marcha del programa de medianeras, mediante el cual artistas decoran con grandes murales los laterales de los edificios más elevados de la ciudad o diferentes rincones de la urbe. Pues ni tan siquiera estas pinturas han logrado librarse del spray o de otros estropicios.
En los murales del parque Camilo José Cela o las escaleras de la calle Roupeiro fueron realizados grandes grafitis, mientras que en otras intervenciones artísticas, como en los paneles de Nelson Villalobos para Blein Budiño o la Avenida Martínez Garrido, aparecieron pequeñas firmas e incluso una esvástica.
A principios de 2016 el artista Antón Pulido tuvo que reparar los desperfectos del amplio mural con el que había decorado un año antes la nueva plaza de Peniche. Este tipo de actos vandálicos suponen un importante desembolso para las administraciones, puesto que, a modo de ejemplo, solo en 2014, el Concello de Vigo llegó a destinar más de 18.000 euros a limpiar pintadas en el mobiliario urbano.
Otro de los actos vandálicos más recordados en la ciudad olívica fue sin duda el ataque contra la exposición "Vigo Sonríe", del fotógrafo Javier Teniente, en la que tan solo cuatro días después de inaugurarse sufrió un primer acto vandálico. Apenas una semana después, se repetía dejando más de una veintena de fotografías rotas, llegando a colgar los autores en Instagram un vídeo con el momento en el que causaban los destrozos.
Patrimonio, una víctima recurrente
Pontevedra vivía, esta misma semana, un incidente con uno de los conjuntos más emblemáticos de la ciudad capitalina: la Fonte dos Nenos. Así, esta escultura amanecía con la ruptura de la pierna de una de las niñas que integran la composición. Pese a que son daños reparables, el Concello de la Boa Vila ya ha anunciado que los jóvenes que los ocasionaron serán denunciados como autores de un delito contra el patrimonio público.
Desgraciadamente, el patrimonio público, histórico y etnográfico es una víctima recurrente en la comunidad gallega de este tipo de acciones. Nadie se olvida, por ejemplo, de lo vivido en 2018 en Santiago de Compostela, cuando una de las figuras de Platerías apareció con la cara pintada de color azul simulando la máscara que utiliza uno de los músicos de rock Kiss.
Aquel chiste de mal gusto sobre una figura del siglo XII tuvo un coste de 12.000 euros, que fue lo que tuvo que invertir la Xunta en poder limpiarlo. Solo un año después, en 2019, una vez más la Catedral de Santiago volvió a ser víctima del vandalismo. Esta vez en la mismísima fachada del Obradoiro.
A principios de 2020, Ourense también vivió una situación muy desagradable, en este caso en torno al patrimonio religioso, puesto que varias tumbas del cementerio de A Valenzá fueron destrozadas. Los actos vandálicos se sucedieron en menos de 48 horas y fueron asaltadas un total de siete tumbas, cuyos daños ascendieron a un coste de 6.000 euros. Asimismo, en otra ocasión, la víctima escogida fue la iglesia parroquial de Maside, declarada de interés patrimonial y que amaneció con diversas pintadas de corte político en su fachada, en la que los autores reivindicaban la II República y a modo de protesta por la exhibición de símbolos franquistas en una placa.
Otro de los templos que tampoco se ha librado de las pintadas de spray ha sido el Templo Votivo del Mar, en el que los vándalos pintaron una esvástica de color rojo y otras pintadas obscenas en diferentes puntos de la edificación a finales del año 2021. La obra del arquitecto Antonio Palacios, con más de ocho décadas de historia, sumaba así otra deficiencia al importante deterioro que venía experimentando en los últimos años.
Atentados contra la igualdad y la libertad
Dentro de este tipo de actuaciones contra el patrimonio, las obras de arte e instalaciones urbanas, otros de los actos vandálicos más frecuentes son los vinculados a ideología política. Así, a menudo se suceden pintadas y atentados de corte sociopolítico contra valores como la igualdad, la libertad y la democracia.
Uno de los más recientes fue el episodio que tuvo lugar esta misma semana en Arousa, en donde los panelas promocionales del evento feminista Festivala fueron arrancados. Hace escasas semanas, el municipio de Redondela vivía una situación parecida, cuando despertaba con los nombres de las víctimas de violencia machista en 2022 borrados de una pizarra instalada por la Asemblea Feminista Paxaretas, en recuerdo de las mujeres asesinadas. Asimismo, en Vigo, también tenía lugar otro ataque contra el feminismo, al pintar por encima un mural ubicado en Gran Vía y que rendía homenaje a diferentes mujeres pioneras en la historia.
Otro de los atentados frecuentes de este carácter es el que suelen sufrir los monumentos que buscan la reparación de la memoria histórica, recordando a aquellas personas asesinadas y represaliadas por el régimen fascista de Franco. En O Morrazo, en el lugar de Cruz da Maceira, en numerosas ocasiones han dibujado con spray el símbolo franquista del aguilucho, y pese a las labores de limpieza, lo han vuelto a dibujar.
Otra de las víctimas de estos actos en reiteradas ocasiones también ha sido el monumento de los fusilados en A Concheira, elaborada por la Escola de Cantería de Poio y situada en un pequeño mirador habilitado el pasado año junto a la carretera N-552 (Vigo-Redondela) entre el Alto de la Encarnación y el puente de Rande. En diversas ocasiones, los vándalos borraron la inscripción de homenaje con pintura negra.
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