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Este título no es un error.

Lorem

Cinco palabras que pueden costarle a un maquetador su puesto de trabajo. Que confunden al lector desorientado. Que dan lugar a memes más o menos inspirados. Todo el mundo conoce la teoría: texto de relleno, falso, insustancial, utilizado para probar los valores estéticos de una presentación escrita. Palabras aleatorias, sin ningún sentido, sin función más allá de la meramente gráfica. Escritura automática pensada para abultar, no para ser leída. Pero hay más. Hay mucho más.      Orígenes. La responsabilidad, por así decirlo, es de Apple. Aunque los expertos en tipografía afirman que se conocen diversas variantes del texto lorem ipsum desde finales de la década de 1950, se trata de manifestaciones un tanto difusas y poco probadas. Más defensores tiene la teoría de que su primer uso masivo proviene del mundo de la publicidad: concretamente, se dice que la compañía británica Letraset solía utilizar este texto falso en los catálogos que vendía a las agencias allá por 1970.        La versión del antitexto que se sigue utilizando hoy en día nació a mediados de los 80, cuando la Aldus Corporation decidió recuperar el ejemplo tipográfico de Letraset para Aldus PageMaker, su programa de autoedición, que fue adquirido por Adobe en 1994. Al menos, la directora de arte del proyecto, Laura Perry, afirma que adaptó versiones del lorem ipsum extraídas de antiguos catálogos publicitarios. Así nació la forma final del texto falso definitivo, que se vio por primera vez en el Apple Macintosh (y que no saltaría al primitivo Windows 1.0 hasta 1987). Desde entonces, prácticamente todos los programas de autoedición llevan incorporado un botón para añadir variaciones del lorem ipsum, que en algunos casos (como los de WordPress o la versión de 2007 de Microsoft Office) poco tienen que ver con la canónica creación de Laura Perry.      Desde entonces, ha habido teóricos y artistas conceptuales que han intentado llevar más allá el lorem ipsum. Para algunos, supone el nivel más básico de escritura asémica, un sistema que tiene su fundamento en las noches de borrachera de Zhang Xu, calígrafo de la dinastía Tang que solía beber vino y desarrollar unas cursivas exuberantes, barrocas y francamente chifladas que, sin embargo, no tenían ningún significado. El significante por el significante : así era como lo petaban en China allá por el siglo VIII. Más recientemente, Tim Gaze ha teorizado sobre la Naturaleza como un texto asémico a la espera de ser descifrado, y el escritor Bruce Sterling ha hablado de la última frontera literaria: "escritura nanosémica inscrita con microscópicos atómicos por inteligencias artificiales". Tú, por otro lado, creías que esto del lorem ipsum era un sinsentido chistoso más de Internet.      Orígenes aún más remotos. Sin embargo, no estamos hablando de una combinación aleatoria de letras y espacios. Los más observadores se habrán dado cuenta de que, de hecho, se parece mucho al latín. En 1982, el profesor Richard McClintock se encontraba rebuscando en textos antiguos para su última investigación en nombre del Hampden-Sydney Collage de Virginia. Su objetivo era encontrar escritos latinos que utilizaran la palabra "consectetur", una de las menos habituales durante el periodo clásico. McClintock se topó con ella en las secciones 1. 10.32-3 de una obra (de cinco desafiantes volúmenes) escrita por Cicerón : 'De finibus bonorum et malorum', concebida durante el verano del año 45 antes de Cristo. Concretamente, los fragmentos sueltos que, siglos más tarde, configuraron el lorem ipsum corresponden a su reflexión sobre el hedonismo.      El profesor McClintock ya estaba familiarizado con los textos de ejemplo de Letraset cuando realizó este descubrimiento, pero siguió profundizando aún más. Incluso fue capaz de rastrear la edición de De finibus bonorum et malorum que, muy probablemente, sirvió de base para esta y otras empresas tipográficas: la edición conservada en la Loeb Classical Library, de 1914, cuya página 134 concluye con el texto "Neque porro quisquam est qui do-". La frase continúa en la 136: "lorem ipsum…". Exacto: la frase completa es "dolorem impsum", que tú, lector proveniente de letras puras, ya habrás sabido traducir como "dolor en sí mismo". Enhorabuena: por fin esas interminables horas de clase estudiando declinaciones e intentando hacerte a tu celestial compañera de traducciones han servido para algo.      Lo que Cicerón quiso decirnos. El celebrado orador no estaba escribiendo para que generaciones y generaciones de estudiantes de periodismo confeccionen sus periódicos ideales en InDesign CS6 (y, con algo de suerte, se hagan a su celestial compañera de Edición y Producción en Géneros Periodísticos), sino que estaba intentando revelarnos verdades ocultas del alma humana. Y así es cómo se lo pagamos.      Cicerón hablaba de la obtención de placer y la obtención de dolor, de cómo los hedonistas se concentran en la primera e intentan ignorar por completo la segunda. También habla del peligro de dejarnos cegar por el placer, hasta el punto de que no seamos capaces de ver el dolor que, sin duda, toda búsqueda insensata de la gratificación instantánea conlleva a largo plazo. En suma, Cicerón nos hablaba de la virtud, del término medio, del equilibrio moral.       Y nosotros hemos utilizado sus enseñanzas (sin duda, fruto de un laborioso proceso de gimnasia mental, llevado a cabo bajo la estricta vigilancia de un César que no estaba para bromas) para probar diseños de páginas web y rellenar textos que el autor no sabe muy bien cómo terminar para que, bueno, parezca que ha escrito más de lo que realmente ha escrito. Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipiscing elit. Integer a porttitor tortor. Nunc id sem justo. Get bibendum leo. Etiam vitae euismod urna. Suspendisse vel arcu non massa tempor varius. Phasellus bibendum, metus non luctus viverra, neque libero molestie elit, laoreet pharetra eros leo non lorem. Donec a lacus neque, nec luctus leo. Nunc id dolor est. Ut eu dignissim ante. Curabitur quis velit libero, vel condimentum justo.